martes, 13 de octubre de 2009

Un Café para la Convivencia

Una experiencia de diálogo de los apoderados de un sexto básico, que pretende contribuir a una mejor convivencia de los niños en el colegio y en la vida.

En el colegio mixto de mi hija menor (Paz, 12 años), que cursa el sexto básico, cada cierto tiempo en las reuniones de apoderados con su profesora jefa, nos veíamos conversando respecto a algunos problemas de convivencia entre los niños.

Nada verdaderamente grave, sino temas de inclusión-exclusión entre los distintos grupos espontáneos que conformaban, ciertas descalificaciones y burlas personales, y otras conductas discriminatorias que tendían a no respetar las diferencias individuales entre sus iguales.

Algunos de estos episodios habían sido más intensos que otros, involucrando también por supuesto a los propios padres, que decían también sentirse dolidos y confundidos con lo que les pasaba a sus propios hijos afectados.

Como grupo de apoderados, la historia entre nosotros ha sido muy positiva y enaltecedora, hemos logrado vínculos de amistad, tenemos un correo grupal que nos permite estar permanentemente comunicados, y hemos compartido muchas buenas instancias de convivencia, tanto junto con nuestros hijos, como sólo entre nosotros los adultos.

A lo largo de todo este tiempo, yo siempre había sentido el tremendo potencial que tenemos como grupo, para poder convertirnos en una comunidad real de apoderados, que asume el enorme desafío de ejercer como agentes proactivos y positivos de la educación de nuestros hijos. Y esto lo digo no sólo en cuanto a nosotros, sino en cuanto a la pasividad (o reactividad) que en general se percibe del rol de los apoderados en el devenir de la comunidad escolar en su conjunto.

Nosotros no éramos precisamente pasivos, pero siempre yo había considerado que podíamos hacer mucho más por la construcción de un ambiente constructivo y positivo, que favoreciera el aprendizaje y la formación de nuestros niños.

En base a esta mirada, la problemática ya relatada constituía una gran oportunidad de poder avanzar en tal sentido. El asunto según nuestras propias conversaciones era como podíamos como comunidad de apoderados, influir más eficazmente sobre el tipo y la calidad de la convivencia que nuestros hijos establecían.

Fue así como con mucho entusiasmo me ofrecí para facilitar un taller que ellos confiadamente aceptaron. La dirección del colegio nos dio todas las facilidades y aliado con la pareja oficial de apoderados-delegados, nos encaminamos a organizar y montar Un Café para la Convivencia que le da el título también a la presente nota.

La metodología elegida fue la del World Café, puesto que era la que más se ajustaba a nuestras necesidades y a los requerimientos de tiempo, que exigían hacerlo un día sábado ocupando un máximo de tres horas. En este espacio de tiempo, la idea era además obtener un conjunto concreto de conclusiones y lineamientos de acción que nos comprometieran a todos para seguir trabajando en el futuro.

Junto a los apoderados-delegados formamos un equipo organizador y conductor del proceso, que se reunió en dos ocasiones previas al evento, para repasar los principios que orientarían la reunión, diseñar la pregunta clave de inicio, elaborar una invitación formal que convocara a todos, y definir la ambientación física del salón con el listado de la logística requerida.

La pregunta diseñada fue la siguiente:

¿Cómo podemos contribuir a una mejor convivencia de nuestros hijos en el colegio y en la vida?

Para su lanzamiento y contextualización durante el taller, se tendrían presentes los siguientes tres aspectos principales constitutivos de la misma:

1.- Su carácter proactivo reflejado por el “cómo podemos” que alude a los recursos, capacidades y competencias que ya teníamos disponibles, para que independientemente de todo lo demás, por nosotros mismos, poder de inmediato comenzar a influir en el sentido deseado.
2.- El reconocimiento de que la convivencia humana es un fenómeno complejo, que depende de muchos factores (biológicos, psicológicos, sociales y culturales), y que tratándose de la de nuestros hijos, nosotros tan sólo podíamos intentar “contribuir” a mejorar.
3.- Apoyado por las ideas que al respecto ha expresado Humberto Maturana, concordaríamos que sólo tenemos dos maneras de convivir. O convivimos en el rechazo, la indiferencia y en la agresión. O convivimos en la aceptación, el reconocimiento y en el amor. Una “mejor convivencia” por tanto, la entenderíamos en el sentido del amor, es decir por “el dominio de las acciones que constituyen al otro como un legítimo otro en la convivencia con uno”.

Aprovechando nuestro correo grupal de Yahoo, fue por ahí que enviamos la invitación con una anticipación de un poco más de dos semanas al evento, y dentro de ese mismo lapsus de tiempo, también por ese medio, pudimos compartir opiniones y aclarar dudas que reforzaron el sentido de la misma.

Finalmente, asistieron un total de 27 apoderados, más el que escribe, que con gusto sacrificó su condición de tal para ser el facilitador de la reunión. Varias parejas de papás debieron abrirse, ya que al ser día sábado, uno de ellos debía quedarse en el hogar cuidando a sus hijos. Con todo, la cifra señalada significó que un 74% de los niños de nuestro curso, estuvieron representados por al menos uno de sus padres.

El salón quedó magníficamente montado para cumplir con la metáfora de un gran salón de café y poder acoger cálidamente a cada uno de los invitados. Se distribuyeron de a cinco y de a cuatro personas entre las seis mesas arregladas con lindos manteles, una hoja de papelógrafo desplegada, un vaso con seis plumones de distintos colores y un hermoso arreglo floral especialmente preparado. Para partir, se solicitó que cada persona se ubicara en mesas con apoderados que creyera conocer menos.

Se contextualizó entonces la pregunta en el sentido ya señalado, y se explicó brevemente la metodología y los pasos a seguir durante el encuentro. Luego siguieron tres rondas de conversaciones de 20 a 30 minutos cada una, con las respectivas rotaciones de los integrantes de las mesas entre una y otra.

Surgieron así por tanto “anfitriones”, “viajeros” y “embajadores de significado”, que pusieron en práctica una “polinización cruzada de ideas” para levantar una “inteligencia colectiva”, que finalmente en un plenario, permitió agrupar el total de las 23 respuestas (o conclusiones) arrojadas por las distintas mesas, en los siguientes cuatro factores priorizados, por medio de los 3 votos (puntos auto adhesivos) que cada participante tuvo para distribuir libremente en cada uno de ellos:

1.- Revisar el modelo familiar que estamos entregando y su aporte a la valoración de la diversidad (25 preferencias)
2.- Generar entre nosotros lazos de respeto y confianza que promuevan espacios de conversación franca y efectiva que posibiliten una buena convivencia (24 preferencias)
3.- Reconocer como comunidad cuando tenemos un problema con nuestros niños y también con nuestros propios hijos, comprometiéndonos nosotros y a nuestros hijos a trabajar sobre ello (14 preferencias)
4.- Involucrar al colegio para diseñar estrategias conjuntas que permitan abordar problemas y favorecer una buena convivencia (12 preferencias)

El proceso ha sido muy bien valorado y ya hemos establecido una segunda instancia de encuentro para trabajar ahora una pregunta como la siguiente: ¿Qué podemos hacer para generar entre nosotros lazos de respeto y confianza que promuevan espacios de conversación franca y efectiva que posibiliten una buena convivencia?

Tenemos también próximamente una reunión de “representantes” con la Directora de nuestro Colegio, para contarle del proceso vivido y presentarle estos resultados, de modo de poder involucrarla también a ella y el Colegio, en el desarrollo de una estrategia conjunta.

Creo que en definitiva nos hemos convertido en “agentes proactivos y positivos de la educación de nuestros hijos”. Su futuro se observa mucho más promisorio y desafiante.

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sábado, 10 de octubre de 2009

Democracia Participativa y Resiliencia Comunitaria

Aplicando el World Café para una campaña política en Chile: El desafío de integrar "la cultura del comando político" y "la cultura de los profesionales del diálogo".

Esta historia se encuentra en pleno desarrollo y deberá ser actualizada en el futuro.

Se refiere a sueños profesionales, que surgen del convencimiento que la democracia participativa y la resiliencia comunitaria es posible, y que métodos como el World Café la llevan hacia adelante.

Al respecto quería compartir con todos ustedes una reciente experiencia que he tenido en Chile.

Este país se encuentra al borde de una elección presidencial y otras tantas parlamentarias, que se realizarán el 13 de Diciembre próximo, siendo en el marco de una de las nombradas en segundo término, que se me ha pedido que colabore facilitando una serie de diálogos ciudadanos en distintas comunas rurales de uno de los distritos de Chile.

El candidato quiere primero escuchar a la gente para desde ahí construir su campaña y complementar su programa político. Se ha comprometido también a mantener un enfoque esencialmente dialógico para cuando salga elegido. Establece a mi juicio una nueva forma de hacer democracia (2.0) y a pesar de que yo no soy estrictamente uno de sus adherentes políticos, he decidido tomar esta responsabilidad profesional porque justamente apunta al mismo corazón de mis sueños, que para mi recubre fundamental trascendencia e importancia.

El método elegido por supuesto fue el World Café y hasta aquí he facilitado a través de él, cuatro encuentros comunitarios, en igual número de comunas, de tres horas y medias de duración cada uno, en los que han participado un total aproximado de doscientas personas (cincuenta participantes de promedio en c/u de ellos).

La pregunta diseñada fue: ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida?

La experiencia ha sido muy intensa y llena de aprendizajes significativos. La conformación del equipo conductor del proceso no ha sido fácil, sobre todo por lo complicado que resulta de pronto alinear a personas de una orientación esencialmente profesional con otra netamente política, ya que definitivamente, al menos en Chile, yo creo que existe temor de parte de los políticos de ofrecer verdadera participación a los ciudadanos. En este caso, por supuesto no tanto en cuanto al candidato, sino de su propio equipo de campaña, al que le ha costado incorporar y respetar en un cien por ciento los principios que rigen la realización de un proceso de diálogo exitoso.

Lo anterior ha significado que las condiciones físicas y ambientales por ejemplo, han distado bastante de ser las óptimas y otras veces la invitación al evento no ha sido cursada del modo más adecuado ni en el plazo de tiempo oportuno.

Por otra parte, también se han debido realizar esfuerzos para adaptar el método a las características particulares de los participantes, que como ya se dijo provienen de sectores rurales y que en algunos casos demuestran un nivel de analfabetismo importante.

Con todo, el asunto ha funcionado muy favorablemente y se han obtenido abundantes “cosechas”, tanto de ideas y conceptos muy valiosos para el programa político en curso, como actitudinales y emocionales que dicen relación con un tremendo agradecimiento de parte de la gente. Definitivamente ellos lo han recibido como algo muy necesario, novedoso y poderoso, que no deja de sorprenderlos en cuanto a los resultados obtenidos para cada caso.

Importante es resaltar en este sentido, que si bien la pregunta tiene un carácter proactivo (¿Qué podemos hacer para….?), y de contextualizarse al inicio explícitamente en tal sentido, las respuestas en la mayoría de los casos han tenido un carácter reactivo puesto que se han basado más bien en pedidos, o en lo que depende de las autoridades o de cualquier otro otorgarles, para mejorar su calidad de vida.

Resulta así evidente la carencia de aptitudes en la gente que permitan asumir más efectivamente los espacios de participación abierta y libre que se ofrecen, existiendo a la base mucha desconfianza y temor, de los participantes en este caso, que se estima sólo podrán ser superados mediante la reiteración sistemática de actividades de diálogo creativo de este tipo.

Para no extenderme demasiado, quería finalmente compartir con ustedes las seis principales conclusiones de contenidos, obtenidas del análisis de las respuestas en cada uno de los diálogos, tal cual como fueron posteriormente procesadas por un equipo profesional especialmente conformado para aquello:

Empleo y condiciones laborales: La base de la calidad de vida
Educación: El impulsor de la calidad de vida para las actuales y nuevas generaciones
Salud: Salir del estado de desprotección es clave para la percepción de una mejor calidad de vida.
Convivencia: Alta sensibilidad frente a la necesidad de mejorar la convivencia familiar y social
Previsión social y protección de los ancianos
Espacios Públicos para la recreación, el esparcimiento y el encuentro comunitario

Preguntas para la discusión:

¿Cómo podemos llevar el World Café hacia el mundo político?
¿Qué rol nos corresponde, a los profesionales del diálogo creativo, para integrar al quehacer político los principios de un proceso de diálogo exitoso, tales como los del World Café?
¿Qué significa contribuir al desarrollo de una democracia participativa que propicie una resiliencia comunitaria de nuestros pueblos?
¿Cuál es el mundo político que surgirá entonces?

Los invito con mucho cariño (y libertad) a responderlas.

Abrazos

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