viernes, 7 de marzo de 2008

Diálogos Ciudadanos A Galpón Abierto: Comunidad de Comunicación Esteban Gumucio

“El principio de la sincronicidad parte del supuesto básico de que todos los acontecimientos de un determinado momento están relacionados entre sí. A pesar de que no se divisa ninguna relación causal entre los acontecimientos, éstos forman sin embargo una extensa unidad, donde imperan una ley y un sentido. Es así que aquel que comprende el sentido de una particular situación será capaz de reconstruir, a partir de lo captado, la totalidad de los acontecimientos” (Lola Hoffmann).

Muchas son las coincidencias que me llevan a comprometerme con este programa. Todas juntas han operado como un motor de entusiasmo creciente, para llevar adelante un proceso de participación ciudadana y conseguir resultados muy gratificantes en lo colectivo, personal y humano..


Ahora mismo al escribir estas líneas aquilato mejor toda la experiencia. Nada me hacía pensar antes del inicio de este proyecto que yo me vincularía tan seriamente en su desarrollo y que ello me acarrearía tanto honor y bendiciones.

Meses antes compartiendo un café con un colega amigo, le señalaba mi gran interés para contribuir al ámbito del desarrollo comunitario y muy especialmente con el tema de la participación ciudadana. Al hacerlo me contactaba con la pasión de aportar a la construcción de una visión positiva de país, consciente de que con el trabajo realizado y los conocimientos adquiridos hasta ahora en el ámbito organizacional, más las condiciones actuales del entorno político-social y la cercanía del bicentenario de la independencia de la República, me hacían plantearme casi como un deber irrenunciable el emprender acciones a favor del desarrollo local y ciudadano. Le contaba también mi percepción de cómo se hablaba mucho del tema pero nada muy concreto y efectivo se veía en el plano de las acciones. Más bien le decía, se tiene clara la importancia de la idea, pero no se poseen las herramientas y el conocimiento necesario para llevarlas a cabo. Modestamente, al saber que esas tecnologías se encontraban disponibles, y habiéndolas probado reiteradamente en distintas empresas e instituciones, el asunto simplemente se traducía entonces en lo que he decidido llamar una “dulce añoranza”.

Fue a los pocos días después de esta conversación, que este mismo amigo me contactó con los gestores principales del Programa A Galpón Abierto de la Comunidad de Comunicación Esteban Gumucio (CCEG) de la Congregación de los SS.CC. Entonces las coincidencias continuaron y pude conectarme con el corazón de todo este emprendimiento para abrir espacios de conversación sobre asuntos que importan. Como dijo el mismo Esteban:

“Me gustan los desiertos y la selva, las playas soleadas, las fuertes marejadas y la altura, y me gusta esta fuerte nervadura de la vida, el campo, las ciudades, las moradas compartidas y la gente,sus dolores y alegrías, su palabra y la lucha sostenida codo a codo por un mundo más humano para todos.”
(“Recitativo” de Esteban Gumucio)

El Pedido

Cuando conversé por primera vez con Enrique Moreno L., director de la comunidad y líder de la iniciativa, religioso por más de cuarenta años de la Congregación de los Sagrados Corazones (SSCC) y periodista de la Universidad Católica de Chile, y escuché los principales valores y lineamientos que orientaban a la comunidad y el futuro programa de encuentros ciudadanos, inmediatamente sentí una alta adhesión y sorprendente sincronía con mis motivaciones más profundas.

Lo que se pretendía era fundamentalmente llevar hacia adelante el mensaje y testimonio pastoral, social y humano dejado por el padre Esteban Gumucio, difundiendo su prolífica obra escrita y por sobre todo dándole vida a su amplia invitación para el encuentro entre las personas y el desarrollo de un mundo más humano.

Se contaba a su vez con el lugar adecuado, el viejo y hermoso galpón que se encuentra al frente de la Parroquia La Anunciación de la Plaza Pedro de Valdivia, en plena comuna de Providencia de la ciudad de Santiago. Dicho antiguo salón, se consideraba como un ícono cargado de significado, puesto que ese mismo lugar en el pasado, había sido un sitio de encuentro para muchos jóvenes universitarios opositores a la dictadura militar, que se atrevían a iniciar un largo camino para la recuperación de la democracia, a través de distintos encuentros masivos de carácter cultural, gremial y político. Ahora, al igual que entonces, se pensaba que era el momento de encontrarse para dialogar sobre asuntos que importan. Había llegado el momento de “a galpón abierto”.

Para ello se eligieron seis temas que serían abordados en igual número de encuentros a celebrarse entre los meses de Junio a Diciembre del año 2007: Educación e Igualdad; Democracia y Participación Ciudadana; El CELAM y La Iglesia Latinoamericana; Bicentenario de los Pobres; América Latina e Integración; Ética y Medios de Comunicación.

La invitación sería amplia, involucrando en lo posible a todos los sectores de la ciudadanía que tuvieran especial relación o interés con el tema a tratar, líderes sociales y políticos, trabajadores, religiosos, profesionales, estudiantes, viejos y jóvenes, mujeres y hombres. Junto a una extensa base de datos cuyas invitaciones serían enviadas por e-mail, se distribuirían también especialmente a los pobladores de la comuna de La Granja concurrentes a la Parroquia San Pedro y San Pablo.

Dada la diversidad del grupo de personas invitadas y al hecho que los encuentros deberían hacerse en día de semana, se resolvió que la duración de cada evento fuera de tres horas, de 7 a 10 de la noche.

Durante ese tiempo se querían cubrir tres momentos básicos. El primero de bienvenida y motivación al tema de la reunión, acompañado de la lectura de un texto o poema de Esteban Gumucio. El segundo de exposiciones a cargo de tres a cuatro invitados especiales que darían luces respecto al asunto a tratar dado su connotado conocimiento y experiencia. Y el tercero, de diálogo y participación de todos los asistentes, desde donde podrían obtenerse algunas conclusiones frente al tema e inspirar algunas acciones futuras.

Especialmente respecto a este tercer momento, era que se requería de mi colaboración y se me invitaba a diseñar y facilitar su realización. Pensaban que mi experiencia con metodologías participativas en empresas e instituciones, podrían también ser efectivas para estos grupos ciudadanos abiertos y amplios. Yo agradecí muy sinceramente la confianza y oportunidad que me otorgaban, y aunque quizá ahora he traspasado esos límites, humildemente creo que no los he defraudado. Recuerden que yo andaba con una “dulce añoranza”, más aún al conocer versos de Esteban como este:

“No me robarán la esperanza;no me la romperán;vengan a cantarla conmigo,vengan a cantar.”
(“Esperanza” de Esteban Gumucio)

El Proceso y el Programa

Lo primero que aquí es importante destacar es que todo esto fue posible producto de una co-creación y realización colectiva. Si no hubiéramos logrado conformar un equipo humano capaz de coordinarse y complementarse entre sí para conducir el desarrollo de todo el proceso y de cada uno de los eventos, nada de esto hubiera ocurrido. Gracias por sobre todo a Enrique Moreno, Alberto Toutin, Joel Muñoz, Katalín Nemeth, Patricia Abarca y Mauricio Aravena, por haberme permitido ser parte de este equipo y por toda la inteligencia y cariño que ustedes pusieron para cumplir la tarea que teníamos por delante. Espero en el futuro poder seguir aprendiendo de todos ustedes. Vaya también un reconocimiento especial a Joel, Katalín y toda la familia Muñoz por el gran trabajo y esfuerzo puesto en la producción y logística de cada reunión.

El levantamiento de procesos auto organizados como el que aquí en definitiva generamos, requiere de líderes abiertos, flexibles y empáticos que otorgan desde un comienzo testimonio de confianza tanto a las personas que las acompañan como a los proyectos que emprenden. Este fue el estilo de liderazgo que en general primó en este equipo conductor del proceso. Esencialmente guiado por el entusiasmo compartido y por el compromiso y la responsabilidad de cada uno.

Al elegir la metodología a utilizar, especial atención debimos poner al tiempo máximo de tres horas disponibles por reunión, y a los tres momentos ya señalados, que se deseaban cubrir en ellas: bienvenida y contextualización; ponencia de “expertos” y diálogo entre todos los participantes.

El World Café fue la metodología inspiradora básica elegida. Ella junto con aportarnos un formato muy efectivo para el diálogo colaborativo y ciudadano, nos permitió integrar todo el evento en un único concepto: el viejo y querido galpón, convertido en un gran salón de café.

Esta metáfora conectó muy bien con el sentido de la invitación, y en cada una de las jornadas pudo desarrollarse un inspirado y creativo diálogo, que desplegó una inteligencia colectiva y nos permitió arribar a un conjunto de conclusiones, que fueron priorizadas por votación directa de cada uno de los participantes.

¿Qué podemos hacer por una educación humana, justa y solidaria? ¿Cómo participar en la construcción de un Chile para todos? ¿A la luz de Aparecida que podemos hacer los que creemos? ¿Qué hacemos para que todos podamos celebrar el Bicentenario? ¿Qué podemos hacer para mejorar la vida entre los latinoamericanos? ¿Qué podemos hacer los ciudadanos frente a los medios de comunicación? En el mismo orden, cada jornada de diálogo trabajó la única pregunta correspondiente a su tema foco.

Para ello fueron necesarias tres rondas de conversaciones en las veinte mesas instaladas para cinco personas cada una. Se distinguieron así “anfitriones”, “viajeros” y “embajadores de significado” que practicaron una “polinización cruzada de ideas” para finalmente “converger” en un listado con las principales acciones sugeridas.Todo un ejemplo de democracia participativa, de la cual tanto se habla pero tan poco se practica. O tal vez tan sólo un nuevo esfuerzo para cumplir con lo que Esteban nos proclama en su poema “Sacramento del Amor Humano”:

“Los caminos de Dios no se aprenden en los libros; la sabiduría de
Dios viene a través de las personas.
Somos tú y yo una ventana por la que puede asomar el mismo Dios.
Somos tú y yo una puerta:
Él está ahí y golpea.
Cuando tú me escuchas y me amas y yo te amo y te escucho,
cada uno por el bien y la alegría del otro,
entonces la puerta se abre,
y entra Dios.
Dios entra simplemente, de puntillas,
como el sol por la ventana.
Dios abre y comparte su alegría, simplemente,
humildemente, como los lirios del campo.
Tan humildemente, tan silenciosamente, que a veces lo sentimos
ausente, distante, indiferente...
Nos pasa con Dios en las realidades monótonas de todos los días,
como con nuestro planeta Tierra:
estamos tan cerca de él, caminamos y vivimos en él,
tan acostumbrados al límite de su horizonte,
que llegamos a olvidarnos: Cabalgamos el espacio montados en la tierra!

Amor, todo puede ser nuevo en mí.
Dios va borrando nuestras huellas de muerte.

El Dios transformante nos tomó de la mano,
nos introdujo al país abierto,
a la región de su libertad.
Invitémonos a caminarlo.
porque a Dios para conocerlo hay que caminarlo,
al paso del día y de la noche.
Que calle tu corazón en el mío,
que seamos silencio.
Él será susurro, paz, dolor aceptado, rocío, mirada, beso...”

(“Sacramento del Amor Humano” de Esteban Gumucio)

Las Conclusiones

Educación e Igualdad: “Reemplazar el sistema educacional clasista por un sistema de integración social”. Democracia y Participación Ciudadana: “Creernos el cuento, el sueño es posible: Chile para todos”. El CELAM y La Iglesia Latinoamericana: “Generar espacios de lectura compartida y diálogos en torno al documento de Aparecida para llevarlo a la vida en cada realidad y recrear así su espíritu”; Bicentenario de los Pobres: “Abrir el círculo, no discriminación”; América Latina e Integración: “La educación al servicio de la integración latinoamericana conociendo la historia común”; Ética y Medios de Comunicación: “Dejar de creer que los medios tienen tanto poder, creer en el poder de los ciudadanos”.

Esas fueron las respuestas que lograron una mayor votación en cada uno de los encuentros y temas abordados. En promedio, por cada reunión, se obtuvo un listado con siete respuestas principales. Aquí se reporta sólo la primera. Usted podrá estar ahora de acuerdo o en desacuerdo con lo que estas declaraciones expresan, pero ello fue lo que honesta y creativamente cada uno de los grandes grupos invitados concluyó.

Ahora podríamos detenernos para comenzar el análisis, y correlacionar por ejemplo los contenidos de las respuestas con las características socioculturales y políticas de las personas que asistieron a cada reunión. Comprender el por qué se generó un determinado contenido y no otro, entender qué fue lo que exactamente se quiso decir y por qué se dijo de ese modo, sin duda podría generar hipótesis valiosas para el estudioso y el investigador. Podría también ser muy útil al planificador y directivo encargado de llevar adelante las políticas públicas. Ofrecemos toda esta información para todos aquellos que persigan estos altos propósitos.

Pero ése claramente no es nuestro principal interés, ni tampoco creo que sea lo más importante que se pueda lograr o concluir al cabo de todos estos esfuerzos. Cuando comenzaba mi participación en este programa un gran amigo me decía ¿y para qué tanta cosa? Bastante molesto le dije: Es obvio, para abrir espacios frente a temas de interés nacional y permitir que todos conversemos frente a ellos. Mi respuesta no lo dejó satisfecho, esperaba algo más concreto.

Hoy que el programa ha concluido, creo que mi respuesta no cambaría mucho, pero agregaría que todos los participantes se llevaron un referente directo (sentido en el cuerpo) de lo que significa una verdadera democracia participativa. Supieron cómo era posible que grupos de más de cien personas se reunieran a conversar sobre asuntos candentes, y donde a pesar de sus diferencias, fueran capaces de dialogar constructivamente, sacando cada uno lo mejor de sí, expresando libremente lo que pensaban, sentían y soñaban. Supieron como en este proceso de encuentro no tan sólo hablaron sus mentes sino también sus corazones. Y me atrevo a asegurar que se sorprendieron, al ver como en tan poco tiempo arribaron a un conjunto priorizado de sugerencias para la acción.

El proceso no tiene por qué detenerse. La invitación debe multiplicarse para continuar avanzando. Es necesario mantener abierto el espacio para volver a preguntarnos qué hacemos ahora con lo descubierto. Esa es también una ley de la vida, cada término señala también un inicio.

¿Cómo reemplazar el sistema educacional clasista por un sistema de integración social? ¿Qué podemos hacer para creernos el cuento de que es posible un Chile para todos? ¿Cómo generamos más espacios para llevar a la vida las conclusiones de Aparecida? ¿Qué tenemos que hacer para abrir el círculo y no discriminar? ¿Cómo podemos poner la educación al servicio de la integración latinoamericana? ¿Qué tenemos que hacer para comenzar a creer más en el poder de los ciudadanos que en el de los medios?

Sabemos ahora como hacerlo, primero hay que crear una invitación cariñosa y amplia, segundo hay que disponer de un tiempo y espacio, y tercero, hay que contar con un método basado en la libertad y la responsabilidad, que permita el diálogo colaborativo sobre asuntos que importan. Lo demás emerge solo, viene por añadidura, es un proceso auto organizado que avanza desde el caos hacia el orden. Quizá lo más difícil sea el comienzo, el simplemente atreverse.

Para finalizar, una pequeña historia que solía contar Esteban, cuando en un grupo de trabajo quería facilitar el inicio de un proceso:

“Hay un valle donde están todos los animales y un bosquecito en el centro. Este bosquecito es impenetrable, porque está lleno de moras, de zarzas; ni siquiera las lauchas pueden entrar. Pero todos los animales tienen ganas de entrar al bosque; es que sigue siendo un enigma y una aspiración de todos. Entonces se juntan los animales en una asamblea mundial y se preguntan: ¿Cómo podemos entrar al bosque? A uno se le ocurre: Yo creo que podríamos hacer lo siguiente: que el elefante tome vuelo, corra, cierre los ojos, y se meta en el bosque, y por el boquerón que deje el elefante podremos entrar todos. Y así fue. El elefante muy valiente se metió… (y luego) entró el rinoceronte, el búfalo, la cabra, el perrito, el gato, el conejo, un ratón, una lauchita y hasta las pulgas que iban en la cabeza de la lauchita”. (“Conversaciones con Esteban Gumucio” Entrevistas y edición de textos: Cristián Venegas S. Enrique Moreno Laval, Congregación de los Sagrados Corazones, Fundación Coudrin, Agosto 2004, página 324).

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Nota: A quien le interese, los informes de cada uno de estos seis encuentros ciudadanos se encuentran disponibles en la secretaría de la Comunidad: Capitán Fuentes 550, Ñuñoa. Tel: 45885320. E-mail: comunidadestebangumucio@gmail.com .

2 comentarios:

Unknown dijo...

Juan Luis

Comencé a leer este otro artículo, muy interesante por cierto, pero es muy extenso para el tiempo del que dispongo ahora, volveré, por ahora solo una pregunta

¿Que se quiere decir cuando hablamos de: Educación con IGUALDAD?

Juan Luis Walker B. dijo...

Querida Gloria, yo no puedo ser más ingrato y venir ahora a responderte cúando ya hace más de un año que me hiciste la pregunta. Pero aplicaré el principio de que más vale tarde nunca.

Yo entiendo que cuándo hablamos de educación con igualdad nos referimos básicamente a que la educación debe tener la misma calidad, independientemente de la condición socioeconómica de los alumnos.

¿Que piensas tú?

Un gran abrazo amiga y discúlpame por favor.

Juan Luis