sábado, 14 de febrero de 2009

Un nuevo Liderazgo

En los más de noventa talleres que he facilitado utilizando la Tecnología de Espacio Abierto (1), más el estudio inicial de la reciente Teoría U (2) y el seguimiento a nuevas reflexiones sobre la nueva administración 2.0 requerida en el mundo de hoy (3 y 4), he podido ir cristalizando una nueva comprensión del fenómeno del liderazgo y novedosas formas de propiciarlo y desarrollarlo.

Como frente a tantas otras cosas, aquí también se cumple el dicho “no existe nada nuevo bajo el sol”. Especial sintonía tienen algunas distinciones que ya a mediados del siglo pasado nos hacía Gandhi, al desarrollar un estilo de liderazgo “centrado en los seguidores”, que confía y faculta a su gente para que avance adelante. Así, el líder sin aspavientos ni parafernalias, más que mostrar el camino, paradójicamente facilita el que los propios seguidores sean quienes lo descubran por sí mismos.

No me sorprende entonces que sea el mismo Barack Obama quien recientemente haya señalado: "En mi vida, siempre he tenido a Mahatma Gandhi como una inspiración, porque él encarna el tipo de cambio transformacional que se puede lograr cuando la gente común se reúne para hacer cosas extraordinarias” (5).

De modo similar, los nuevos desarrollos que personalmente he podido experimentar y conocer en el último tiempo, sintéticamente nos muestran que la función del líder básicamente sería la de abrir el espacio y estar plenamente presentes durante todo el desarrollo del proceso. Y esto, más que de hacer algo, se trataría fundamentalmente de una actitud basada en un estado de ser, que como valor central, vive en el aquí y ahora una confianza básica en la sabiduría colectiva y la infinita capacidad del grupo para auto-organizarse. Esto mismo sería, lo que actuaría como principal antídoto, ante cualquiera ansiedad o temor causado por el inevitable vacío e incertidumbre de todo comienzo.

Otro ingrediente fundamental para levantar este proceso es el de la completitud (“wholeness”). El líder requiere abrir el espacio junto a toda su gente, propiciando instancias de reunión con la totalidad del sistema, o donde al menos se representa fielmente la diversidad de la organización o comunidad que representa. Es en estos grandes momentos, cuando surgirá la fuerza y la energía necesarias, que pondrán en marcha y llevarán hacia adelante el movimiento transformador requerido. Algo definitivamente poderoso ocurre cuando por fin logramos estar todos juntos reunidos, puesto que es allí cuando se generarán las conversaciones capaces de involucrar en el sentido del cambio a todo el sistema, auto reguladamente desde adentro.

Por supuesto el líder desde siempre ha debido escuchar a su gente y tener una concepción sistémica del funcionamiento de su organización, pero ahora mucho más que antes, debe ser capaz de crear invitaciones empáticas, altamente significativas y entusiasmantes, capaces de convocar a todos los integrantes en torno a un gran tema o pregunta relevante que a todos interesa. Así, junto a su capacidad para abrir el espacio y para estar plenamente presentes, en el escenario actual los líderes requieren dominar el arte para hacer buenas preguntas, aquellas que por sí mismas asegurarán buenas respuestas y que hacen del alineamiento en torno a una visión compartida, algo que vendrá por simple añadidura.

Cabe pensar que estos descubrimientos nos acercan a un nuevo y sorprendente mundo, un mundo basado en la certeza que cuando la libertad va acompañada de responsabilidad, siempre surgirá lo mejor del ser humano, donde sólo cabe esperar cosas buenas.

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